posar ¿eso no basta para un novelista?

Tuesday, May 17, 2005

no

no me importó el abandono de Otoko en su momento, no pensé que jamás volvería a vivir algo semejante a ese amor retorcido. poco tiempo después de que ella desapareciera de mi vida para hacerme sentir el alivio y la libertad propia de cualquier cobarde degenerado que no encuentra salida, después de haber trasgredido los límites de la violencia sin obtener lo que de Otoko imaginaba me sentía sofocado por sus insolencias. cualquier frase que liberaba Otoko fluía arrojando las cadenas de sus insulsas pretenciones, una burda mueca intentando agradarme a toda costa. ¿cómo se le ocurrió que yo buscaba en su cuerpo algún placer intelectual? ¿qué intención ociosa le hizo pensar que podrían decirme algo sus cuestionamientos existenciales a través de pláticas que pretendía debatir sobre la cama? su nerviosa búsqueda del "pensamiento" no provocaba en mí más que las ganas de acabar con ella. tampoco supe que mi afán por profanar su sanidad infantil terminaría con una escapatoria risible para encontrarme sólo, buscando el animal de su mirada en cada una de mis conferencias, durante años sin resultado y sin descanso, mientras firmaba la única novela que consiguió establecer ventas permanentes en el marcado de Japón y donde, sumergido en la espesa oscuridad de mi dolor, no pude hablar más que de ella.

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