posar ¿eso no basta para un novelista?

Monday, December 12, 2005

Sólo falta pensar en mi suicidio. Si la idea no se presentara como un bufón mediocre para tomarla por el cuello hasta hacerla patear defiendiendo su vida, mi acto del muerto de conmiseración encontraría su lugar con la misma verguenza de la dama reducida a una vulva expuesta al escrutinio de los otros. Un cadáver obseno para el disfrute de unos cuantos.
Plaga de arrebato que me devora el corazón dentro del más evidente ridículo.
Estoy de pie ante la voz que no responde, ante el cuerpo que no puedo tocar, murmuro su nombre mientras pienso en el cuello latiente e infantil: k-e-i-k-o, escribo para tu núbil rostro ensangrentado, escribo para la vena que revienta, escribo para construir tu profundo dolor, pequeña, me haces andar a gatas, me haces pasar la lengua por el lugar del propio asesinato.

Wednesday, December 07, 2005

si volvieras a aparecer, otoko, volvería a amarte con los ojos abiertos. analizando cada parte y controlándome en absolutamente todo. soy un loco esperando frente a la chimenea, sumergido en la tortura interminable. sé que no creerías que he dominado mi locura hasta el extremo de sólo esperar, pero esa otra niña que no responde a mi ansiedad me impulsa a arrastrarme hasta el recuerdo de tu sumisión.
si volvieras a aparecer volvería a adorar esa cara doliente pero ya ha pasado tu infancia, otoko.
tu madurez en las fotografías y ese dominio que te habita derrota cualquier brasa de ternura que hay en mi corazón, la convierte en ceniza. ese cuello expuesto y desafiante llama a todos los filo, esas manos de mujer en paz no son tus manos. otoko, el tiempo no se dobla.

Friday, May 27, 2005

abordé el vuelo que me conduciría a Tokio y noté que varias personas hacían un nudo humano en el pasillo del avión, el calor húmedo de Kyoto y la idea de abandonar a Keiko me consumía animicamente. un pasajero, temiendo por mi equilibrio, sugirió que se me permitiera tomar mi lugar antes que a cualquiera, por el respeto que la vejez produce a los ingenuos (como si la vejez convirtiera nuestros ojos rasgados, de escasos párpados caídos, en ese gesto estúpido que garantiza la bondad). el nudo me abrio paso, al estar cerca de esos hombres jóvenes, sudorosos, supe que el analfabetismo había detenido el camino de los otros. esos robustos personajes no conocían ni la numeración ni el alfabeto y una madura azafata había aprovechado el desconocimiento para interrogarlos respecto a su procedencia, temía que no pertenecieran a nuestro japón. el perfume y las jugozas piernas de ella hacian equilibrio perfecto con el estridente color de labios y la plaquita con su nombre burdamente grabado: k-e-i-k-o: me derrumbé en mi lugar de primera, sofocado por la frase en la placa de esa mujer vulgar, los hombres que hacían el nudo no podían leerla. seguro en mi país la justicia divina se completa rotudamente, aquí cualquier analfabeta puede volar.

Thursday, May 26, 2005

como si Keiko hablara detrás de un muro sin remedio, encerrada en su caliente humedad, desesperada por alcanzarme con sus palabras, impotente, así me conmovió, me dió su lástima. a mi edad la compasión sucia por los otros me provoca un ingrato hueco estomacal que me hace actuar sin reparar en sus fatales consecuencias. otra vez volvía a tocar su barbilla, a entregarle mi espalda para mirar por la ventana para sentirme una vez más completamente muerto. "cuando la muerte es absoluta, para mi, es imposible volver. regresar al lecho en el que ya moriste es solo un sueño" tuve que hablarle así a esa niña perfectamente húmeda mientras me buscaba la mirada vacía con sus ojos en llamas. su silencio comunicaba la confusión, mi pobre Keiko, vivía la confusión que ya me atravesaba también como su último anzuelo. "ya he muerto aqui, pequeña" dije con suavidad y salí en busca del pan tierno que se fragua en las calles de Kyoto, en su noche de acceso sencillo para alguien de mi enorme prestigio.

Tuesday, May 24, 2005

sabía que cuando Otoko fuera conciente comenzaría entre nosotros una tregua sin fin. desde el día en que me pareció como deborada por la lluvia y sin necesidad de sus palabras supe que intentaba, que prentendía no volver a verme, he creído que me recuerda con más fuerza. yo alimenté su soberbia al grado de hacerla pensar que podría sobrevir sin estar a mi lado. me consume la idea de saberla tan sola, esperando que la vida regrese al mismo punto en que fuimos amantes, creyendo, más que en la fortaleza que yo sembré en su alma, en esa ridícula frase que me repugno siempre: el tiempo se dobla

Wednesday, May 18, 2005

¿qué es lo que espero? ¿que alguien llegue y por encima de lo que digo deje caer una lápida gris del tamaño justo y me borre? esa opresión sólo puede crecer desde el fondo del pecho, mientras reposo una vez más con la mirada hacia el jardín y el oído pendiente a la espera de Keiko. mi situación es lamentable. me he perfumado tanto para cubrir el aroma característico de quienes son ancianos sexualmente activos. repaso cada una de las miradas que me ha regalado esa niña. ella es lo que espero.

Tuesday, May 17, 2005

no

no me importó el abandono de Otoko en su momento, no pensé que jamás volvería a vivir algo semejante a ese amor retorcido. poco tiempo después de que ella desapareciera de mi vida para hacerme sentir el alivio y la libertad propia de cualquier cobarde degenerado que no encuentra salida, después de haber trasgredido los límites de la violencia sin obtener lo que de Otoko imaginaba me sentía sofocado por sus insolencias. cualquier frase que liberaba Otoko fluía arrojando las cadenas de sus insulsas pretenciones, una burda mueca intentando agradarme a toda costa. ¿cómo se le ocurrió que yo buscaba en su cuerpo algún placer intelectual? ¿qué intención ociosa le hizo pensar que podrían decirme algo sus cuestionamientos existenciales a través de pláticas que pretendía debatir sobre la cama? su nerviosa búsqueda del "pensamiento" no provocaba en mí más que las ganas de acabar con ella. tampoco supe que mi afán por profanar su sanidad infantil terminaría con una escapatoria risible para encontrarme sólo, buscando el animal de su mirada en cada una de mis conferencias, durante años sin resultado y sin descanso, mientras firmaba la única novela que consiguió establecer ventas permanentes en el marcado de Japón y donde, sumergido en la espesa oscuridad de mi dolor, no pude hablar más que de ella.